Paloma Vega Centeno
Este no es un libro de duelo; es un poemario que versa sobre la memoria, la evolución y la naturaleza. En él, hay dos veranos e infinitas primaveras, el runrún se torna una ocarina y el despertar se vuelve cada vez más soportable. La protagonista a veces se cree una planta, y poco a poco, descubre que es inevitable devenir mariposa. En este sentido, no es casualidad que la palabra que más se repita en todo el libro sea «flor». Aun así, el viaje que plantea no es lineal, tan solo fluctúa, y al igual que hizo Idea Vilariño, estos versos intentan reflejar «el cansancio / en un mundo desierto».