Osés, Ana
Las palabras que no pude callar es la línea, sinuosa, de unas manos en cuyas huellas hay castillos. Castillos que se forman con la visión, y no hablo de la que nos permite ver, sino, más bien, de la que, efectivamente, nos hace ver. Ser, en definitiva, y no solo estar. Un hálito-semilla que crece, capa a capa, en nuestro interior. En el yo más trascendental …nacido en y desde la cotidianid d.