WATTON
Vivir, morir, amar es reivindicación, con la voz en alto y los hechos limpios, pasión y sentimiento, ése que se siente en la piel y en el vergel del pecho como núcleo vital y, por supuesto, trascendencia en el océano de cada latido. Una obra que se despliega, mostrando sus valles y cumbres, sin permiso ni contemplaciones. Con orgullo y manos fuertes.